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Reflexiones en torno al Día Internacional de la Mujer

Marzo 2023

«Reflexiones en torno al 8 de Marzo – Día Internacional de la Mujer«

Por Erika de la Barra.

En Junio del año 2016, el Papa Francisco publicó un decreto en el que la celebración de María Magdalena sería elevada al grado de fiesta para ser “festejada” litúrgicamente como el resto de los apóstoles como Apóstola de los apóstoles, haciendo alusión a la potencia evangelizadora de esta mujer y primera testigo de la resurrección. Siempre me ha llamado la atención el personaje de María Magdalena, una mujer tan original para su época que se dedicó a seguir a Jesús. Según el evangelio de Juan, ella estuvo con Jesús cuando fue crucificado (Jn. 19, 25) y fue capaz de acompañarlo en ese sufrimiento para después ser testigo de su resurrección (Jn. 20, 1-18). Si pensamos en los ejercicios de San Ignacio, podríamos afirmar, que ella lo amaba con ese tercer grado de humildad de aquellos que han recibido la gracia de donarse por entero, más allá del cumplimiento de la Ley o de la indiferencia ignaciana del segundo modo, escogen acompañar a Jesús en la Cruz, estar con Él y después adentrarse de puntillas en el misterio transformador de la Resurrección, teniendo esa doble mirada, que sólo podemos tener por gracia y que nos permite acoger la cruz y también la gloria.

A través de la historia, muchas mujeres han seguido a Jesús y lo han amado con ese amor de donación que permite dejarse habitar por El. Hay ejemplos de grandes santas y místicas como Hildegart Von Bingen, Santa Teresa, Santa Rosa de Lima que quizás lograron adentrase en ese amor místico que acoge la cruz y se deja envolver después por gozo de la resurrección, pero hay muchas también que, a lo largo de los siglos, han caminado acompañando a Jesús y su iglesia silenciosamente, la mayor de las veces ocupando roles muy poco importantes, pero aportando con toda su capacidad, su inteligencia y su deseo de construir un mundo mejor. Este verano me tocó acompañar a tres religiosas mayores en 8 días de ejercicios y fue una experiencia preciosa, de mucha gracia, de acoger caminos y modos de estar en el mundo con ese Otro que es Jesús. Entrar en sus experiencias fue como adentrase en un pozo muy profundo y ver reflejado en el fondo el rostro del Amado que en aguas calmas y serenas surgía en el compartir agradecido y lleno de luz de estas religiosas.  Sus vidas son testimonio de un Dios que nos habita silenciosamente y nos sostiene aún en los momentos más duros de nuestras vidas. Porque en todo seguimiento hay cruz, pero también hay resurrección.

Este 8 de Marzo, no puedo dejar de agradecer en lo profundo de mi corazón a aquellas mujeres que me han acompañado, que me han mostrado el rostro materno de Dios, y que con sus actitudes me han enseñado a seguir a Jesús como Magdalena. Pienso en mis compañeras de comunidad y muchas acompañantes del CEI, a quienes agradezco su sabiduría y templanza. Tampoco puedo dejar de orar y pedir por aquellas mujeres que en estos momentos sufren maltratos, extrema pobreza, se sienten solas y han perdido su sentido de vida. Dios quiera que cualquier mujer que sufra encuentre en nuestra iglesia un espacio de acogida y de amor, donde pueda transformar sus heridas en perlas.

Que este tiempo en que las mujeres de todo el mundo celebran su ser y piden cambios en sus culturas y sociedades para que estas sean más justas, sea también un espacio de reflexión en nuestra iglesia para que sea más inclusiva y permita a las mujeres desplegar todas sus capacidades e inteligencia que tal como los varones hemos sido creadas a imagen y semejanza de Dios e iguales a los varones en dignidad.

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